El desplome de precios y sus efectos

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Cuatro Doctores en Economía le tomaron el pulso a las cifras bolivianas.

Después de un prolongado período de bonanza, marcado por los elevados precios de las materias primas, lo que generó una dinámica muy favorable sobre el desempeño de la economía boliviana, el mundo entero empezó a vivir una tendencia contraria, con el desplome de los precios que disminuyeron los ingresos de los países que dependen del comercio de materias primas. En Bolivia esta merma se hizo más perceptible por la importancia de las exportaciones de gas.

“El 2015 los precios cayeron en promedio en 33% y hasta octubre de este año se redujeron en 20%, lo que muestra que, en promedio, los precios están casi un 50% por debajo del nivel que presentaban en 2014. Es una caída sustancial”, detalló el economista Luis Carlos Jemio, tras comentar que el bajón de ingresos fue generalizado en todos los sectores y actividades económicas, generando una merma en los ingresos de las diversas regiones del país.

Anotó que los principales efectos de esa caída de precios fueron un déficit externo en la cuenta corriente de la balanza de pagos y cifras rojas en las cuentas fiscales. En ambos capítulos, la economía boliviana había registrado constantes superávits en las gestiones precedentes, aunque el deterioro en el componente fiscal comenzó ya en 2015 con un déficit.

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Beatriz Muriel

“Probablemente el sector que está siendo más afectado es el fiscal porque básicamente más del 50% de los recursos del sector público devienen de las exportaciones de hidrocarburos y minería”, puntualizó la economista e investigadora, Beatriz Muriel.

La especialista en economía laboral anotó también que la baja de los precios también tuvo impacto en la microeconomía con una disminución de la actividad económica en los sectores informales y consiguientes menores ingresos, así como una leve expansión en la tasa de desempleo y en los índices de pobreza monetaria.

En el sistema financiero, la morosidad tuvo un ligero incremento porque los clientes de algunos sectores, sobre todo de pequeñas y medianas empresas, están enfrentando problemas para cumplir con el repago de sus créditos debido a la caída de sus ingresos.

Consecuencias

Jemio dijo que el déficit en cuenta corriente ejerce presiones sobre las reservas internacionales que están presentando una sostenida disminución. El volumen de las RIN pasó de 15.000 a 10.000 millones de dólares en tan sólo dos años. Añade que, el  aumento del déficit obliga a elevar el endeudamiento  público   interno y externo y que por ello la deuda externa está registrando un incremento.

Los principales efectos de la caída de precios fueron un déficit externo en la cuenta corriente de la balanza de pagos y cifras rojas en las cuentas fiscales.

“Un escenario con déficit fiscal, déficit en balanza de pagos, tipo de cambio fijo es muy riesgoso. En algún momento, por un lado pueden saltar problemas más severos en la economía”, comentó Carlos Gustavo  Machicado, Director Ejecutivo de INESAD.

A los hechos ya descritos se suma la apreciación cambiaria que experimenta la economía boliviana, como resultado de mantener un tipo de cambio fijo y de que los principales socios comerciales bolivianos han devaluado sus respectivas monedas, complementó Jemio.

Tal situación –acotó- le quita competitividad, sobre todo al sector productor de bienes transables. Los exportadores no habían reclamado por la apreciación de la moneda boliviana porque ese desajuste podía compensarse con los altos precios de las materias primas. Pero con el desplome  de  esas  cotizaciones, el efecto se percibe con mayor intensidad, sobre todo entre los productores de bienes transables que compiten con las importaciones.

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Luís Carlos Jemio

“Lo que estamos viviendo es  una  desaceleración de la economía” subrayó Boris Branisa, investigador del INESAD, secundado por Machicado quien  afirmó con énfasis, que la economía boliviana “no está en crisis” puesto que el registro de un índice de crecimiento del 4%, comparado con otros países, “es todavía una tasa que nos da cierta musculatura” para tomar las medidas correctivas necesarias.

Más allá de constatar el déficit, la pregunta clave es cómo se financia ese desfase. Bolivia tiene márgenes para endeudarse y de hecho se están incrementando los préstamos con el BID y la CAF, nuestros principales acreedores. Ahí aparece también la presencia china.

“Aparentemente a lo que está apostando el gobierno es a financiar muchos proyectos con créditos chinos. El problema es que no tienen la  flexibilidad  que  dan  los organismos multilaterales. Normalmente son créditos de proveedores”, señala Machicado tras explicar que en este tipo de contratos, todo lo que se ejecuta debe tener algún origen chino: insumos, empresas, trabajadores, etc. “Esto ha pasado en muchos  países,  es  parte  de  la política  china  de  tratar  de influir  vía  crédito.  Todavía estamos en márgenes de sostenibilidad  de  la  deuda. Pero  esto  hay  que  verlo  a largo plazo y el tema es que en algún momento hay que generar los excedentes para pagar esa deuda”, añadió el Director de INESAD.

Temas pendientes

Los economistas hicieron un listado de los asuntos económicos más urgentes para resolver. El punto de partida es un ajuste fiscal que permita la optimización del gasto público y una mejor asignación de los recursos de inversión pública.

Se propuso también algún  grado  de  ajuste  en  el tipo de cambio para alinearlo con las paridades de nuestros socios comerciales.

Está asimismo la generación de ingresos adicionales al margen de los hidrocarburos para compensar los desbalances. Esto requeriría una reforma fiscal que incorpore a los sectores informales a la tributación para que la carga impositiva no caiga exclusivamente  sobre  los  agentes económicos formales.

Se recomienda un serio análisis de la política de endeudamiento externo en momentos en que el gobierno recurre a la deuda externa para financiar los grandes proyectos de inversión pública que están soportando la actividad económica.

Finalmente, la habilitación de mayores espacios para la participación del sector privado –boliviano y extranjero- en la economía, con el objetivo de aunar esfuerzos en aras del crecimiento económico.

Beatriz Muriel percibe que en la economía boliviana se están dejando muchos temas sin resolver y cita algunos ejemplos. Los problemas de liquidez y la necesidad de generar ingresos complementarios a los que aporta el gas. El incremento en el gasto público que ha puesto los indicadores fiscales en rojo. La presencia de dólares en la economía que no provienen de exportaciones sino de la deuda contratada, lo que retrasa las decisiones  sobre el tipo de cambio. La calidad de los proyectos públicos, el endeudamiento del Estado y las fuentes de repago.

“A lo que está apostando el gobierno es a que los precios  se  recuperen  como pasó después  del año 2009. La clave de si esta estrategia será o no exitosa es saber cuál será el comportamiento de los precios en el futuro”, remarcó Boris Branisa, al recordar lo riesgosa que resulta esa postura en un contexto internacional de incertidumbre de precios, aunque algunas cotizaciones como la del petróleo registró cierta recuperación tras los recientes acuerdos entre los miembros de la OPEP.

“Hay  dos  alternativas: o nos ajustamos a la nueva realidad y vivimos con menos ingresos, o mantenemos el mismo nivel de vida o estándar de gastos, pero eso significa que nos gastamos los ahorros o nos endeudamos”, explicó Jemio.

El ex ministro apuntó que “no se ha hecho un ajuste significativo en la economía.”, y advirtió que “va a llegar el momento  en  que si con una política ordenada de ajuste, no se ponen las cuentas fiscales en línea con los nuevos ingresos, va a ser el mercado el que haga el ajuste”.

Carlos Gustavo Machicado
Carlos Gustavo Machicado

Tipo de cambio

Si bien los economistas de INESAD coincidieron en la importancia de generar  una profunda reflexión sobre el tipo de cambio fijo, todos ellos son también conscientes de que se trata de un asunto de alta complejidad.

Mantener un tipo de cambio fijo ayuda a favorecer las importaciones en desmedro de la producción nacional, pero también contribuye a controlar la inflación y al parecer es esto último lo que el gobierno quiere preservar. “Algún momento habrá que sacrificar algo de inflación, a fin de tener un régimen cambiario que esté un poco más acorde con la competencia internacional”, apuntó Machicado.

El tema del tipo de cambio presenta aristas más complejas. Jemio advirtió que su modificación podría tener repercusiones en el sistema financiero y afectar particularmente al  proceso de bolivianización, uno de los principales logros de la política económica gubernamental. Ese proceso podría revertirse si la ciudadanía percibe  intenciones de modificar el precio del dólar.

“Tenemos todavía un colchón (las RIN) para cualquier tipo  de  especulación y probablemente de aquí a dos años ya no lo vamos a tener”, añadió Muriel enfatizando la urgencia de esta decisión.

Jemio ratificó que “no es un tema sencillo”. Recuerda que el FMI recomendó una flexibilización cambiaria y que varios países de la región emplean el sistema de sistema de manejo de política monetaria denominado “inflación por objetivos”. Dijo también que un ex presidente del Banco Central sugirió emplear la misma tabla usada en Chile, en la década de los setenta, en la que los agentes económicos conocían el tipo de cambio diario con tres meses de anticipación.

Banca

Los economistas de INESAD también se refirieron al sistema financiero. Señalaron que las normas referidas a la asignación de cupos de cartera y a los techos de tasas de interés han generado dos resultados contrapuestos. Por un lado, la expansión de crédito para los denominados “sectores productivos”. Por otro, una expansión más lenta o contracción, en algunos casos, para los sectores “no productivos”.

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Boris Branisa

Asimismo se advierte una mayor concentración del crédito en empresas medianas y grandes, debido al menor riesgo que supone prestarles a ellos que canalizar créditos hacia las actividades comerciales o de las pymes.

“La preocupación del sistema financiero es si la demanda de esos créditos es lo suficientemente importante como para que se cumplan los limites y topes de interés, establecido por el gobierno”, comentó Muriel.

Expectativas

Respecto al comportamiento que tendrá la economía en el 2017, el economista Boris Branisa apuntó que lo más importante serán las expectativas de la población y de los agentes económicos sobre la evolución de la economía.

“Si anticipo que el próximo año va a ser bueno, voy a invertir más. Si pienso que voy a tener un trabajo estable, voy a consumir más; pero si pienso que hay chance de perder mi empleo, voy a ahorrar más, voy a tomar mis previsiones, y eso tiene efectos multiplicadores en toda la economía”, comentó al subrayar que “las expectativas sobre la economía -en el fondo- son todo”.

Las señales están allí: aunque no hay crisis, cada año las tasas de crecimiento son menores a las del ejercicio anterior. En 2016 ya no hubo segundo aguinaldo. Las reservas registraron una significativa disminución en los dos últimos años y, de continuar  esa  tendencia, las expectativas de la  gente podrían cambiar. Es muy probable que el déficit fiscal supere al de este año. Sobre el futuro de los precios, sólo queda esperar.