La desigualdad de género oculta es más difícil de superar

Por Alejandro Zegada

Los economistas comúnmente hacen la distinción entre desempleo abierto y desempleo oculto. La diferencia entre ambos es que en el desempleo abierto las personas están disponibles para trabajar y buscan empleo, mientras que en el desempleo oculto las personas están disponibles para trabajar pero no buscan empleo o que han dejado de buscarlo.
Las razones para no buscar empleo pueden ser varias, aunque generalmente se asocia a que estas personas piensan que no les darán trabajo o se cansaron de buscar porque no creen poder encontrar empleo. Justamente porque no buscan trabajo, este tipo de desempleados no suele figurar en las cifras oficiales sobre desempleo; de ahí que se llame desempleo oculto.
La investigadora senior del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (INESAD), Lykke Andersen, cree que es posible introducir una distinción similar en el área de desigualdad de género: abierta y oculta.

Desigualdad de género abierta
La desigualdad de género abierta es la que suele estar reflejada en los indicadores tradicionales de género. Por ejemplo, las brechas de género en escolaridad, diferencias de género en las tasas de participación en el mercado laboral, brechas salariales de género, etc.
Sobre esta desigualdad de género abierta, la experta considera que se ha estado logrando “mucho avance recientemente, en todo el mundo”, particularmente en lo educativo.
Mientras, aunque las brechas salariales de género siguen siendo omnipresentes, éstas se están reduciendo, según el sitio web Our World in Data (Nuestro Mundo en Datos), un proyecto del Programa Oxford Martin para el Desarrollo Global, de la Universidad de Oxford, y que sintetiza datos globales sobre los cambios en las condiciones de vida de la población mundial.
Para Andersen, la reducción de la brecha salarial de género no se debe a “un gusto por la discriminación”, sino a la “pesada carga de crear y criar hijos, que sigue siendo cayendo abrumadoramente sobre las mujeres, por razones biológicas obvias. Incluso en los países más progresistas del mundo, que están realizando muchos esfuerzos para igualar las cosas, los datos muestran que las mujeres sufren grandes penalidades salariales tan pronto tienen a su primer hijo, mientras que los hombres no”.

La desigualdad de género oculta
La desigualdad de género oculta es más difícil de explicitar y abordar, pero la experta afirma que “es probablemente más importante” que la desigualdad de género abierta. “Tiene que ver con las muchas maneras sutiles mediante las cuales las mujeres son sistemáticamente discriminadas en la sociedad, incluso por sí mismas”.
Hay muchas formas en que esto ocurre. Pero por razones de espacio y tiempo, Andersen se enfoca en dos: productividad laboral y ética laboral.
Y aunque suele ser difícil respaldar con evidencia los problemas relacionados a la brecha de género oculta, Andersen logra presentar evidencia concreta y estadística desde la propia institución donde trabaja, el INESAD de La Paz, Bolivia.

Desigualdad abierta solucionada
“La ventaja de usar al INESAD como ejemplo es que hemos logrado eliminar totalmente la desigualdad de género abierta”, afirma Andersen. De hecho, la institución muestra que hay paridad de género entre sus funcionarios, o incluso un poco más de mujeres que hombres en los cargos altos (la directora es mujer y la presidenta del directorio también).
Además del equilibrio entre hombres y mujeres en todos los niveles de la institución, también existe paridad salarial absoluta. “Somos un increíble ejemplo de igualdad de género en un campo que suele ser extremadamente dominada por los hombres”, agrega Andersen, refiriéndose al mundo de los economistas.
Sin embargo, la situación no era tan perfecta a principios de este año si se toma en cuenta la desigualdad de género oculta. Hasta marzo, las mujeres en el INESAD eran “entre 4 y 5 veces más productivas que los hombres (según cualquier medición imaginable) pero recibían el mismo salario”.
Según todos los criterios objetivos –nivel formativo (doctorados en economía), rangos de edad (40s), hijos- los hombres y mujeres de la institución “somos iguales, pero en términos de productividad hay un mundo de diferencia”, explica.
Efectivamente, los datos presentados en marzo muestran que las mujeres producían: nueve veces más documentos de trabajo por año que los hombres, el doble de libros, quince veces más informes de política, más del doble de blogs, el doble de artículos científicos, catorce veces más publicaciones externas, fueron citadas en otros textos científicos más del doble de veces que los hombres, y han ayudado a recaudar el doble de fondos que los hombres.
En síntesis, en todas las categorías se observa “una brecha de género oculta de al menos el 50%. Y en la categoría que es más importante en el INESAD, la de producir documentos de trabajo (el 60% del salario en la institución se justifica produciendo este tipo de material), la brecha oculta es del 89%”, dice la experta.
Vale la pena recalcar que la Directora Ejecutiva de la institución tomó en cuenta este tipo de datos, y desde abril ha empezado a implementar un sistema de pagos basado en el rendimiento y la productividad. Se espera que el trabajo de Andersen inspire y ayude a identificar y eliminar las brechas de género abiertas y ocultas en todas las instituciones públicas y privadas de Bolivia.

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