Economistas prevén que deudas le pongan fecha de expiración al modelo económico del Gobierno

Expertos objetan que el Gobierno apueste por mantener el crecimiento con recursos de deuda interna y externa.

Por: Walter Vásquez

Foto: Según el Gobierno existe la holgura para cubrir los costos de deuda externa (Internet).

La continuidad del modelo económico que impulsa la administración del Movimiento al Socialismo (MAS) estuvo subordinada en una primera fase (2006-2014) a ingresos constantes provenientes de las materias primas y en una segunda etapa (2015 en adelante) a un cada vez mayor endeudamiento, factores que lo hacen insostenible.

Así lo indicaron analistas que evaluaron la forma en la que el Ejecutivo impulsa la economía, la cual depende de precios internacionales que pueden subir o bajar en función de factores externos, de recursos naturales que se agotan y de una capacidad de deuda que tiene un límite.

Este medio solicitó al Ministerio de Economía y Finanzas Públicas información sobre la sostenibilidad del modelo gubernamental, pero no recibió respuesta hasta el cierre de esta edición.

En 2006, durante su primera gestión, el Gobierno del MAS puso en marcha su modelo económico, social, comunitario productivo, que se basa principalmente en la reactivación de la demanda interna como motor del crecimiento económico y en la participación activa del Estado en la economía, para redistribuir los excedentes procedentes de sectores estratégicos hacia la población y hacia sectores productivos generadores de ingresos y empleo.

“Esto implicaba una diversificación de la economía, el cambio de la matriz productiva, pero no se aplicó. La gran renta extractiva del gas natural en la época de la bonanza no se reorientó a otros sectores, pero sí aumentó mucho el gasto público y el aparato burocrático del Estado”, apuntó René Martínez, analista de presupuestos de la Fundación Jubileo.

Ya en 2010, agregó, “empezaron a hablar del modelo de la demanda interna, de que el aumento del gasto y la inversión pública iban a dinamizar los demás sectores de la economía; aunque eso, está claro, no es algo sostenible y nos está generando diferentes problemas”.

El presidente del Colegio de Economistas de Bolivia (Coneb), Jorge Akamine, remarcó que el modelo económico boliviano está relacionado con el precio internacional de las materias primas.

Lo que plantea la administración del MAS, indicó Akamine, es “dinamizar la economía a través del incremento de la inversión pública” pero, “para lograr este objetivo, es necesario garantizar los recursos económicos que permitan al Estado cumplir con las planificaciones de inversión”.

“Este llamado modelo subsiste con el endeudamiento externo, primero, y con el endeudamiento interno, después. Es decir, la deuda ha reemplazado lo que los ingresos de los commodities nos dieron alguna vez”, remarcó el analista financiero Jaime Dunn, quien afirmó que la propuesta económica gubernamental está conformada por “experimentos fallidos” de la historia de Bolivia y de América Latina, como la sustitución de importaciones.

“Están tratando de aplicarlos y pensando que esta vez sí van a funcionar aprovechando de que, en su momento, hubo dinero de las materias primas y, ahora, aprovechando porque hay manera de endeudarse internamente”, dijo.

El modelo, explicó Akamine, sí se cumplió hasta 2013, gracias al incremento de las cotizaciones internacionales de ese entonces y a los mayores ingresos percibidos por ello en las industrias de hidrocarburos, minería y electricidad, entre otros. Pero a partir del 2014, la economía comenzó a desacelerarse, a raíz de la reducción de los precios de las materias primas.

“El Gobierno, buscando dar continuidad a su modelo económico, comenzó a endeudarse (externamente) para mantener el ascendente gasto público, lo que causó un crecimiento cada vez menor, hasta llegar a solo al 2,2% en 2019. Ya desde 2020 hasta hoy, para sostener el ya pesado modelo, se acudió al endeudamiento interno, llegando a finales del 2021 a niveles no vistos en las últimas décadas”, indicó el economista.

Datos oficiales indican que la deuda externa mantuvo una tendencia ascendente estable desde 2008 ($us 2.505 millones) a 2016 ($us 7.267 millones), pero comenzó a acelerarse desde 2017 ($us 9.428 millones) hasta llegar a $us 12.589 millones a julio de 2021.

La deuda interna, por su lado, se mantuvo en niveles casi similares hasta 2017 ($us 4.474 millones, pero desde 2018 ($us 5.376 millones) se empezó a expandir cada vez más hasta superar en 2018 la deuda externa y llegar a fines del año pasado a un equivalente de $us 13.685,7 millones.

En este marco, el Banco Mundial proyecta que la deuda total del país se ubicará a fines de 2022 cerca del 80% del PIB, en tanto que el Ministerio de Economía asegura que a febrero de este año ese indicador está en 43,6% y que logró estabilizar “el explosivo crecimiento” de la deuda interna.

“Este modelo no es sostenible, no ha dado buenos resultados y debería haberse replanteado hace mucho tiempo, porque ahora conlleva un crecimiento de la deuda constante, lo que trae problemas no solo para nosotros sino también para las generaciones futuras”, afirmó Martínez.

Esto sucede, observó, en una coyuntura en la que muchas de las inversiones realizadas con dinero del boom de las materias primas no alcanzaron una rentabilidad ni económica ni social.

“El modelo se comporta de una manera positiva cuando existen precios internacionales altos y existe la capacidad de incrementar la producción, situación vivida hasta el 2013. Su comportamiento es negativo cuando los precios internacionales bajan, esto además que no se lograron objetivos como la industrialización, y se incrementó el endeudamiento público para sostener el modelo”, sostuvo Akamine.

“El Gobierno del MAS, al caer los precios de las materias primas y no tener el retorno esperado de las empresas estatales, comenzó a endeudarse para mantener la inversión pública, porque aún tenía una alta calificación de riesgo, lo que lo convertía en sujeto de crédito en los mercados internacionales. Así, la deuda externa empezó a crecer”, complementó Dunn.

Pero “al comenzar a acumular déficits fiscales (2014), la calificación de riesgo empezó a bajar y cuando ya no le prestaron afuera comenzó a prestarse más internamente hasta llegar a niveles alarmantes”, en especial durante la pandemia, aseveró.

Pese a ello, hizo notar, el Gobierno continúa apostando a un crecimiento basado en deuda. El presupuesto estatal de este año lo evidencia, ya que contempla una inversión pública de $us 5.015 millones —la segunda más alta en la historia de Bolivia— de los que el 43% provendrá de fuentes externas y el 57% de recursos locales, entre éstos deuda interna.

“La primera fecha de expiración de este ‘modelo’ se alcanza a finales de 2014, cuando los precios de los commodities se dieron la vuelta (…). La segunda fecha de expiración es el momento en que el país ya no pueda endeudarse más”, afirmó Dunn, quien considera que “nos estamos aproximando rápidamente a ese punto”.

“El estímulo de la inversión pública fue aceptable en un escenario de superávits fiscales y expectativas de un círculo virtuoso entre crecimiento económico (de largo plazo) y capital público”, aseveró Beatriz Muriel, Directora del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad).

“Sin embargo, desde 2014, los elevados déficits fiscales asociados a un incremento acelerado de la deuda pública (interna y externa) muestran que este proceso difícilmente será sostenible en el tiempo, a no ser que las exportaciones se recuperen de manera sustancial para financiar las cuentas públicas”, expresó.
“El presupuesto público significaba una gran oportunidad para el país, porque —si los recursos eran bien invertidos— podía llevarnos hacia un cambio de estructura económica, de desarrollo sostenible a futuro, a un proceso de industrialización. Esa oportunidad se desperdició. Ese presupuesto, ahora, es una carga para la economía, porque implica un constante crecimiento de la deuda pública y riesgos macroeconómicos”, advirtió Martínez.

Para Dunn, el actual “modelo” ha desincentivado la inversión privada —la extranjera principalmente— y dejó al país sin, por ejemplo, nuevas reservas para ampliar las exportaciones de gas, desaprovechándose al actual incremento de precios internacionales, algo que podría dar “un nuevo respiro” al Gobierno.
“La variable más importante será el crecimiento de la deuda pública y cuanto más el Gobierno pueda endeudarse. Con todo, el alza de los precios del gas natural puede dar un alivio en la coyuntura, mientras se buscan más reservas de gas u otros motores de generación de recursos económicos”, consideró Muriel.

El modelo del Gobierno viene con un “riesgo de inestabilidad económica latente en un futuro cercano”, sostuvo Martínez, quien advirtió además que, “mientras más tarde se corrijan los desequilibrios macroeconómicos y se afronten los problemas, va a ser más complejo resolverlos”.
“Si no se toman las medidas necesarias, nos encaminamos hacia una situación de crisis que podría terminar como en el gobierno de (Hugo) Banzer”, advirtió Dunn, quien recordó que “la economía es la que saca a los gobiernos”, como sucedió también con los de Víctor Paz y Hernán Siles.

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