“Zonas sin niños”, advierten unos 500 letreros en museos, restaurantes, cafeterías y edificios del Gobierno de Corea del Sur, por el comportamiento inapropiado de los padres en los restaurantes en un país en el que las parejas jóvenes ya no quieren tener hijos. Yong Hye-in, una asambleísta por el Partido Renta Básica, se presentó recién en la Asamblea Nacional con su hijo y mientras lo sostenía, comentó: “La vida con un hijo no es fácil. Sin embargo, tenemos que volver a crear una sociedad en la que podamos coexistir con nuestros hijos”.
¿Te parece que únicamente en Corea del Sur no están pudiendo coexistir madres y padres son sus hijos e hijas como plantea la asambleísta?, ¿tú estás pudiendo coexistir con los tuyos?
Toda madre y padre sabe que las y los hijos presentan diferentes tipos de problemáticas dependiendo de la edad y etapa en la que se encuentren. Sin embargo, seamos sinceros, en muchas familias cada vez es más difícil “coexistir con los hijos” y para muchos descendientes también es difícil “coexistir con madres y padres”.
“Mi hijo me dijo que está aburrido de mí, que lo controlo todo el tiempo. Lo único que yo espero es que me diga a qué hora llegará y dónde está, pero no porque quiera controlarlo, sino porque me preocupa su seguridad. Pero peleamos y me amenazó con dejar de estudiar e irse de la casa si sigo preguntándole a qué hora va a regresar”. Este tipo de preocupaciones son pan diario, pero uno duro de tragar.
“¿No le has explicado que es por su seguridad?, ¿no le has dicho que todas y todos debemos cuidarnos, anunciar nuestros desvíos y avisar sobre nuestras demoras?, ¿no le contaste que hoy secuestran y matan, y que le pueden encontrar días después por no saber dónde estaba?”, suelo preguntar y siempre me responden que sí lo hicieron.
Probablemente nadie quisiera estar en los zapatos de este siglo, ni para pisar Corea del Sur cuyos doramas suelen gustar tanto a las adolescentes. Lo cierto es que tras las pantallas, las parejas jóvenes coreanas no quieren tener hijos porque el dinero no les alcanza, no pueden encontrar empleo, es una sociedad machista y llevan encima la ansiedad sobre lo que les depara el futuro.
¿Y en Bolivia? Los problemas son múltiples y no tocan sólo a las parejas jóvenes con o sin hijos, ni sólo a quienes no tienen dinero suficiente ni sólo a quienes no están pudiendo conseguir un mejor trabajo ni sólo a quienes viven ansiosos por el futuro. Pero no sabemos a cuántos hogares estos problemas han tocado la puerta porque estos asuntos suelen estar fuera de la mirada de las políticas públicas y a años luz de los ojos de las autoridades que ven el mundo en blanco y negro desde hace muchos años.
En diciembre del año pasado se conoció un estudio del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad) en el que se indicaba que en Bolivia el porcentaje de los jóvenes que buscan un trabajo activamente (desocupados) aumentó un 35% en los últimos seis años.
¿Dónde viven las y los jóvenes que no pueden encontrar empleo? Lo más probable es que siguen viviendo en casa de sus padres; aunque ya tienen más de 21 años, pero no tienen dinero para pagarse un alquiler o un anticrético, lo que les deja varados durante años en la casa de padre y madre. Y sí, en este caso, hay un problema económico de por medio.
Y las respuestas a estos problemas las hay dependiendo de la edad de las y los involucrados. A mayor edad de madres y padres la respuesta sigue siendo la misma: “Si no quiere hacer caso, ahí tiene la puerta abierta y que se vaya”…“Mientras viva en mi casa, no puede hacer lo que le da la gana, esto no es un hotel”.
Sin embargo, viendo el problema a trasluz, probablemente nos encontremos con unas estructuras que necesitan respuestas integrales no sólo desde la familia, sino desde el Estado y la sociedad en su conjunto. Sin embargo, como algo así puede tardar en llegar porque pasa por la solución de muchos problemas como la falta de empleo, de una educación más inclusiva, de una seguridad múltiple en lo físico, económico y jurídico, lo que podríamos hacer desde las familias es intentar crear espacios de diálogo y negociación entre madres, padres e hijos, porque el presente que pisamos y el futuro que nos espera nos exigirá ser cada vez ser más estratégicos y, sobre todo, no estar únicamente conectados, sino comunicados. ¿No crees que es la única forma de “crear una sociedad en la que podamos coexistir con nuestros hijos e hijas”?
“Zonas sin niños”, advierten unos 500 letreros en museos, restaurantes, cafeterías y edificios del Gobierno de Corea del Sur, por el comportamiento inapropiado de los padres en los restaurantes en un país en el que las parejas jóvenes ya no quieren tener hijos. Yong Hye-in, una asambleísta por el Partido Renta Básica, se presentó recién en la Asamblea Nacional con su hijo y mientras lo sostenía, comentó: “La vida con un hijo no es fácil. Sin embargo, tenemos que volver a crear una sociedad en la que podamos coexistir con nuestros hijos”.
¿Te parece que únicamente en Corea del Sur no están pudiendo coexistir madres y padres son sus hijos e hijas como plantea la asambleísta?, ¿tú estás pudiendo coexistir con los tuyos?
Toda madre y padre sabe que las y los hijos presentan diferentes tipos de problemáticas dependiendo de la edad y etapa en la que se encuentren. Sin embargo, seamos sinceros, en muchas familias cada vez es más difícil “coexistir con los hijos” y para muchos descendientes también es difícil “coexistir con madres y padres”.
“Mi hijo me dijo que está aburrido de mí, que lo controlo todo el tiempo. Lo único que yo espero es que me diga a qué hora llegará y dónde está, pero no porque quiera controlarlo, sino porque me preocupa su seguridad. Pero peleamos y me amenazó con dejar de estudiar e irse de la casa si sigo preguntándole a qué hora va a regresar”. Este tipo de preocupaciones son pan diario, pero uno duro de tragar.
“¿No le has explicado que es por su seguridad?, ¿no le has dicho que todas y todos debemos cuidarnos, anunciar nuestros desvíos y avisar sobre nuestras demoras?, ¿no le contaste que hoy secuestran y matan, y que le pueden encontrar días después por no saber dónde estaba?”, suelo preguntar y siempre me responden que sí lo hicieron.
Probablemente nadie quisiera estar en los zapatos de este siglo, ni para pisar Corea del Sur cuyos doramas suelen gustar tanto a las adolescentes. Lo cierto es que tras las pantallas, las parejas jóvenes coreanas no quieren tener hijos porque el dinero no les alcanza, no pueden encontrar empleo, es una sociedad machista y llevan encima la ansiedad sobre lo que les depara el futuro.
¿Y en Bolivia? Los problemas son múltiples y no tocan sólo a las parejas jóvenes con o sin hijos, ni sólo a quienes no tienen dinero suficiente ni sólo a quienes no están pudiendo conseguir un mejor trabajo ni sólo a quienes viven ansiosos por el futuro. Pero no sabemos a cuántos hogares estos problemas han tocado la puerta porque estos asuntos suelen estar fuera de la mirada de las políticas públicas y a años luz de los ojos de las autoridades que ven el mundo en blanco y negro desde hace muchos años.
En diciembre del año pasado se conoció un estudio del Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo (Inesad) en el que se indicaba que en Bolivia el porcentaje de los jóvenes que buscan un trabajo activamente (desocupados) aumentó un 35% en los últimos seis años.
¿Dónde viven las y los jóvenes que no pueden encontrar empleo? Lo más probable es que siguen viviendo en casa de sus padres; aunque ya tienen más de 21 años, pero no tienen dinero para pagarse un alquiler o un anticrético, lo que les deja varados durante años en la casa de padre y madre. Y sí, en este caso, hay un problema económico de por medio.
Y las respuestas a estos problemas las hay dependiendo de la edad de las y los involucrados. A mayor edad de madres y padres la respuesta sigue siendo la misma: “Si no quiere hacer caso, ahí tiene la puerta abierta y que se vaya”…“Mientras viva en mi casa, no puede hacer lo que le da la gana, esto no es un hotel”.
Sin embargo, viendo el problema a trasluz, probablemente nos encontremos con unas estructuras que necesitan respuestas integrales no sólo desde la familia, sino desde el Estado y la sociedad en su conjunto. Sin embargo, como algo así puede tardar en llegar porque pasa por la solución de muchos problemas como la falta de empleo, de una educación más inclusiva, de una seguridad múltiple en lo físico, económico y jurídico, lo que podríamos hacer desde las familias es intentar crear espacios de diálogo y negociación entre madres, padres e hijos, porque el presente que pisamos y el futuro que nos espera nos exigirá ser cada vez ser más estratégicos y, sobre todo, no estar únicamente conectados, sino comunicados. ¿No crees que es la única forma de “crear una sociedad en la que podamos coexistir con nuestros hijos e hijas”?